Alguien como yo.

Estoy de un bibliófilo últimamente que me doy un montón de asco a mí misma, de verdad. Ayer, después de dos días de leer por los rincones en cuanto tenía un ratito libre (traduciendo: Mientras desayuno, en el baño, y entre la escuela de idiomas y el sufrimiento inhumano del gimnasio, aparcada cual indigente en plena calle) acabé Alguien como yo, de Elísabet Benavent. Y ahora me siento vacía.

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Jijijijiji.

El vacío no es por haber acabado el libro. Bueno, en parte sí porque esta tía tiene un puto don que para mí lo quisiera, pero hay algo  más allá. Os he hablado muchísimas veces de mis proyectos y creo que es la primera vez en años que me siento realizada. A pesar del lío de meterme a Freelance en un mundo en el que uno más ya no marca la diferencia. Pero hago lo que me gusta, trabajo de algo que me encanta, escribo y hago deporte por aquello de Mens sana in corpore sano. Leo mucho, muchísimo. Tengo amigos con los que despollarme viendo 50 sombras de Grey o tomarme un café un sábado por la tarde. Pero entonces… ¿Cuál es el problema?

Pues que cada vez que acabo un libro romántico, chick-lit o erótico (y tengo que reconocer que son muy, muy pocos) y veo esos finales tan de comer perdices… siento que me falta algo. No me entendáis mal, soy feliz estando soltera. Demasiado. Tanto que al final soy yo la primera que se encarga de mantener distancias y pensárselo cuatrocientas veces antes de empezar nada. Juro que es así, hasta el punto de que en 28 años sólo he tenido dos relaciones serias. Bueno, dos y media. Y sin embargo no puedo evitar sentirme así.

Muchas de nosotras vamos de duras, de independientes. Y lo somos, claro que sí. Pero a veces echamos de menos la sensación de saber que hay alguien ahí. Alguien que nunca va a juzgarte, que sólo va a apoyarte, abrazarte, besarte y decirte que todo saldrá bien. Alguien con quien follar hacer el amor cuando te de la gana. Alguien con quien hacer planes, que viaje contigo, que descubra cosas nuevas a tu lado. Que te hinche el pecho cuando pienses en él y te ponga una sonrisa en la cara cuando hablas de él a tus amigas, como si estuvieras orgullosa de que él, simplemente, sea así.

Alguien como yo.

 

C.

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