Crecer

Sé que os he dicho que estoy escribiendo una novela. Y ahora estoy con su continuación y… Quería regalaros algo. Un extracto. Un poco de ella. Un poco de mí. Porque… ¿A quién no le ha dado vueltas todo su mundo al darse cuenta de que se ha hecho mayor?

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Pensé en mis amigos, en esa pandilla reducida que se había mantenido intacta a los años y nuestra forma de crecer, a veces difícil y a veces insoportable. Álex, que callaba como una puta y no quería hablar de Oliver. Ya no había llamadas telefónicas de tres horas para hablar de nuestro día, y las noches de chicas habían sido sustituidas por citas dobles. Las mismas que antes criticábamos con maldad y veneno en la lengua, las que utilizábamos para poner a parir a esas compañeras de universidad que no tenían vida más allá de su pareja. Isra, que había dejado de ser un cabeza loca para pasarse horas mirándola con ojos de cordero degollado. Lydia, casada y disfrutando de una luna de miel espectacular en las Maldivas. Facebook me chivaba sus excursiones y sus camas matrimoniales en la arena de la playa, dejándome un regusto agridulce en la boca del estómago. De repente tuve la sensación de que nos habíamos hecho mayores y cada uno había seguido un camino que se alejaba de los demás en direcciones opuestas. Crecer es eso, supongo, aprender a soltar las manos que te apoyan y empezar a caminar sola. Me entristeció pensar que quizás con el tiempo cada uno haría su vida y nos llamaríamos dos veces al mes, para preguntarnos qué tal los niños. Y yo ni siquiera sabía si quería tenerlos.

C.

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