El cinismo de San Valentín

Yo hace un año publiqué una entrada en este blog en la que comenzaba una cruzada campaña anti San Valentín. Alegué una urticaria crónica que amenazaba con hacer acto de presencia cada vez que se acercaba el día de los enamorados, que nunca he sido romántica, que con mi ex pareja nunca lo celebraba porque soy una tía súper chunga, dura y sin sentimientos de esos que tienen las chicas con complejo de princesas de Disney.

Jasmín
Ay, Jasmín, esa sonrisilla de enamorada…

Bueno, pues MENTÍ. Mentí de una manera escandalosa en todas y cada una de mis palabras. Mentí y me engañé a mí misma de una forma absurda durante un millón de años (porque una, pues bueno, ya va teniendo una edad).

No es ningún secreto que hace unos meses que tengo novio. Uno de esos novios que te quitan la respiración cuando los ves. De esos que te meten mariposas en el estómago. Y a mí me dan ganas como de cogeros a todas y deciros que no tenéis ni puñetera idea de lo que es el amor, que vuestros novios al lado del mío son caca, y que encima no hay absolutamente ningún hombre sobre la faz de la tierra que sea más guapo que mi churri. Y ahí está el quid de la cuestión. El quid fundamental.

Yo nunca había tenido novio.

Nunca había sentido las ganas irrefrenables de hacer feliz a una persona. De ser feliz porque se acerca una fecha especial y tener la excusa perfecta para tener un detalle romántico con él. Nunca nadie se había esforzado por disfrutar conmigo o por demostrarme que me quiere y quiere hacerme feliz. Yo sólo había conocido apatía e indiferencia, ahora tengo felicidad en términos absolutos.

Sí, amigos. He sido cínica.

He sido cínica porque no entendía nada. Porque ahora me apetece celebrar cada mes que estamos juntos, cada catorce de febrero y cada día que me recuerde que en un mundo frío, nosotros nos hemos encontrado. Que nos queremos de esa manera de la que hablan las películas y las canciones de amor. Que quiero demostrarle todos y cada uno de los días que tengo por delante que es la persona que necesito tener a mi lado. Que con él he entendido lo que es sentirse una de esas princesas de Disney.

C. 

 

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