Hoy no.

Lunes. Despertador, ocho de la mañana -con suerte-. Hoy no tienes ganas de nada. Hoy el cuerpo te pide que, por favor, mandes la dieta a tomar por saco y te metas la carne a la plancha y la ensalada por el culo. Que él lo que quiere es un buen trozo de pizza grasienta y una cerveza barata. Que vale que tengas que trabajar, pero que descanses cuando acabes. Hoy, el cuerpo no te pide el deporte que te empeñas en hacer todos los días de la semana porque te ves gorda (y además tienes problemas de autoestima). Hoy necesitas descansar, pero en lugar de eso te sigues castigando. Trabajas más duro, para demostrar que puedes. Sigues con la dieta, porque no valen las excusas. Corres más kilómetros, porque hay que ponerse en forma.

Pues no. HOY NO.

Tu peor rival eres tú misma. Eres tú la que se exige cada día más o menos: más trabajo, más dinero, más éxito, más vida social, menos comida grasa, menos alcohol, menos kilos. Porque es que la vecina pesa quince kilos menos que yo, mi chico es un aficionado al parapente extremo, y noséquésupuestaamiga tiene tres críos, gato, cobaya, periquito, marido, trabajo y además colabora con una ONG y tiene tiempo para quedar con sus cientos de amigos cinco días a la semana. Y si ellos pueden con todo, ¿cómo no vas a poder tú, que sólo tienes que trabajar, comer sano y correr un poco?

Pues os lo explico yo: PORQUE NO TIENES POR QUÉ HACERLO. Si estás cansada, escúchate. Descansa, come algo rico, aunque sea sano, permítete una copa de vino y un baño con espuma y olor a mar. Disfruta de ti, échate una siesta corta para recuperar energías, quédate en casa por una tarde y ponte algo que te guste: Una buena peli, una serie o Sálvame Naranja. Nadie te va a juzgar. Nadie va a pensar que eres débil. No eres menos que nadie y no merecemos semejante nivel de autoexigencia. Quiérete, mímate, cuídate. Stop & Go, baby, que los lunes son muy duros. Si te lo pide el cuerpo, escúchale, que mañana seguirás pudiendo con todo, pero con más ganas y energía.

Pero hoy… Hoy no.

C.