Ya vienen los Reyeeeees ♪

Lo peor de hacerse mayor es dejar de creer en los Reyes Magos. Para mí fue un palo, os lo juro. Era mayorina ya, no os lo voy a negar (ocho años largos tenía, es que siempre fui un poco retrasada) y NO SABÉIS QUÉ DISGUSTO ME LLEVÉ. Volví a mi casa llorando a moco tendido a decirle a mi mamá que «un niño malo y mayor me dijo que los Reyes no existen».

Mi madre consideró que ya era mayor para seguir siendo feliz y le dio la razón. Trauma. Trauma horrible. Sí, ya sé que no es el primero.

Bebe-llorando1
#SufroComoGeno

Bueno, pues el caso es que mi familia ha decidido dejar que los «pequeños» (que o ya pasan de los 30 o nos acercamos peligrosamente) sigamos escribiendo la famosa carta a los Reyes, porque, qué coño, se quitan muchos rompederos de cabeza. Y mola mucho, porque es como:

-Bueno, má, que ya escribí la carta con lo que quiero eh. Dásela a güela si eso.

Así, con mogollón de acento asturiano.

Y una ha dejado de ser retrasada, al menos en lo que a creer en cosas que no existen se refiere, pero el consumismo va a peor. Y la cuestión es… ¿y a quién le tengo que pedir las cosas que no se venden?

Todo el mundo quiere algo especial para el nuevo año: un trabajo nuevo; si ya lo tienes, que tu jefe sea menos cabrón; lanzarte a abrir un negocio de venta de vibradores a domicilio. Que Paquito, el vecino de enfrente, se fije de una puñetera vez en ese escote de vértigo que te pones sólo por si le ves. Que no llueva el día de tu boda. Dejar de fumar. Quedarte para siempre en los veinticinco. Levantarte un buen día con el cuerpo de la Schiffer, a ser posible sin pasar hambre ni hacer deporte, porque joder, eso es muy sacrificado.

¿Y yo? ¿Que qué pido yo?

Pues que si me quiero hacer un tatuaje no me de alergia. Bueno, que se me quiten las alergias en general. Un beso molón con un atardecer de esos rebonitos naranjas y rosas que nunca vemos en Asturias porque siempre está nublado. Viajar. Viajar muy lejos y quedarme con la boca abierta. Conseguir que mi pelo se quede color caoba y no con una mezcla entre el rojo y el moreno. Seguir invirtiendo tiempo en mi familia. Querernos mucho. Acabar mi novela. Y que la publiquen y me de un montón de dinero. Volver a ver a Rulo y la Contrabanda.

Y levantarme un buen día con el cuerpo de la Schiffer, a ser posible sin pasar hambre ni hacer deporte, porque joder, eso es muy sacrificado.

C.

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